Sobre mí
¡Hola!
Me llamo Elena Brito, cubana de nacimiento y viajera por vocación. Hace unos años decidí afincarme en una zona llena de bosques, rodeada de naturaleza por todas partes. Aquí he dado alas a mi amor por el arte, la pintura y la creación de objetos hermosos.
Formación
Si bien, gracias a mis padres, las artesanías siempre han formado parte de mi vida, la verdad es que nunca me creí capaz de dibujar o pintar, siempre minada por el mito del talento innato. Lo cierto es que me ha sorprendido muy gratamente descubrir que, con práctica y empeño, todos podemos hacerlo.
Soy semi-autodidacta en este mundo de las artes plásticas. A principios de los años 2000, asistí a varios talleres que la maestra japonesa de pintura, Oowaki Chizuko, impartía en el Instituto Superior de Arte de La Habana, apoyada por su discípulo Masahiro Uemura. Con ellos tomé por primera vez un pincel, y aprendí que el acto de pintar no involucra únicamente la mano, que hay que poner cuerpo y alma en cada trazo.
Hubo aún otro maestro que influyó en que mi vida se orientara hacia este mundo de la pintura, el gran Antonio Alejo. Los recorridos que realizaba por el museo de Bellas Artes de la Habana llevando tras de sí a un grupo de jóvenes maravillados, enseñándonos la apreciación de la luz, el volúmen, el movimiento, los colores..., lograron transmitirme todo el amor y la fascinación necesarios para despertar en mí la semilla del arte.
Le debo también un gran agradecimiento a Betty Edwards, la autora de "Aprender a dibujar con el lado derecho del cerebro", cuyo libro me cambió la vida, y a todos los artistas que comparten desinteresadamente tutoriales y consejos en Internet.
Gracias a todos ellos, y especialmente al apoyo incondicional de mi esposo, hoy puedo llamarme artista por el camino recorrido, y sentirme feliz por el largo trecho que aún me queda por delante.
ElalmiquíVerde
Mi taller, El Almiquí Verde, ha nacido de la necesidad de crear no sólo cosas bellas sino también útiles, de ahí la idea de mezclar mi pasión por la pintura con la encuadernación para crear cuadernos que puedan ser llamados obras de arte.
Los primeros cuadernos los hice en el año 2017, y desde entonces no he parado de crear nuevos diseños, a veces de mi propia imaginación, a veces bajo pedido.
¿Por qué EL ALMIQUÍ VERDE? El nombre es mi pequeño homenaje a uno los pintores de mi tierra que más me inspiran: Carlos Enríquez, y a su taller, alrededor del cual giraba lo mejor de la vida cultural de la Habana en su época.
Y en general, ¿qué es un almiquí? Es un animalito, un insectívoro oriundo de Cuba, del que sólo quedan unos pocos ejemplares en el oriente de la isla. Es de los mamíferos más antiguos del mundo, y se ha conservado casi sin cambios desde el Cretáceo, lo que lo convierte en una muestra viva de los seres que compartieron la tierra con los dinosaurios. Y no, no son verdes.
Proceso creativo
Atrapar la musa
Vivo rodeada de naturaleza, y esta es mi más fiel y constante musa. No es raro, pues, que al sentarme a pintar, sean hojas, flores, paisajes, lo que más me motive. También suelo visitar museos, y paso horas enteras dejándome inspirar por los maestros, por su forma de hacer, por sus colores.
La parte más artística
El diseño y la pintura de las cubiertas suele ser lo que más tiempo me ocupa en la creación de un cuaderno. Una vez que ya tengo la idea de lo que quiero pintar, cada paso lleva su tiempo: pensar la mejor composición para el motivo principal, si tendrá o no un fondo, elegir los colores y, por fin, pintarlo.
La parte más artesanal
Cubiertas:
Luego que ya está la cubierta pintada a mano, es hora de cortar el cartón que le servirá de soporte, y unirlo todo cuidadosamente con pegamento. Una vez que el pegamento se ha secado del todo, es el momento de barnizar cada cubierta para proteger la pintura de posibles daños. Se le aplica dos capas de barniz fijador a cada cubierta.
Papel:
Mientras el barniz se va secando, los papeles son cortados a medida si es necesario, y doblados uno por uno para conseguir los cuadernillos que formarán la tripa del cuaderno.
Costura:
Cuando ya las cubiertas estén completamente secas y los papeles doblados y formados los cuadernillos, se abren pequeños agujeros con un punzón en cada uno de ellos. A un cuaderno tipo copto se le suele abrir unos 56 agujeritos por el que luego pasará el cordel de la costura, ya sea de algodón o de cáñamo.
Todo el proceso de confección de cada cuaderno suele tomar un par de días, o incluso más, dependiendo de lo que demore en encontrar y pintar el diseño perfecto.